Recordando a Laura Varas Riveros (1944-2023)
En este Día Internacional de la Mujer 2024, como Plan Nacional de Geología, queremos recordar y homenajear a nuestra colega y amiga, Laura Varas Riveros, destacada geóloga que marcó a muchas generaciones de geólogos por su excelente calidad humana y profesional, compartiendo con ustedes el texto preparado por los geólogos Edmundo Polanco y Ricardo Velásquez y publicada en Andean Geology en enero de 2024, donde recordamos a nuestra querida Laura.
IN MEMORIAM
LAURA VARAS RIVEROS (1944-2023)
¡Adiós Laurita, donde quiera que estés!
Edmundo Polanco y Ricardo Velásquez
Laura Varas, Laurita para los cercanos, falleció el día 20 de julio de 2023, a la edad de 79 años, después de una prolongada lucha que la tuvo muchas veces alejada de los microscopios petrográficos de Sernageomin. El sábado 22 la despedimos en el cementerio Parque del Recuerdo de Santiago, día en que abundantes gotas de lluvia se mezclaron con nuestras lágrimas. Era de esas personalidades que dejan huella: una transgresora de su época, rebelde, mujer alternativa, solidaria y cariñosa hasta la médula, siempre dispuesta a escuchar al otro y otra, ávida de aprender. Su sonrisa, muy característica, nos recibía en la Sala de Microscopía junto con galletas, frutos secos y alguna fruta de la estación. Sin duda su faceta antisistémica es la que la hizo más cercana y comprensiva con las generaciones más jóvenes, donde dejó una huella profunda. Varios de los que fueron estudiantes en práctica del Servicio “cayeron en sus manos”, donde no solo les compartió sus conocimientos al microscopio petrográfico y lupa binocular, sino que los y las encantaba, los que los convertía en sus verdaderos fanslovers.
Laura Alicia Varas Riveros nace en Santiago, el 17 de mayo de 1944. Su padre fue José Renato y su madre Fidela Alicia. Estudió, al igual que su hermana Susana, en el Liceo No. 5 de Niñas, ubicado en Avenida Portugal. Hija, hermana, esposa, madre, abuela, tía, amiga, maestra y colega. Fue madre de dos hijas (Lucía Verónica y Claudia Paz) y dos hijos (Felipe Antonio y Francisco Antonio), y, una de sus 4 nietas, Gabriela, al igual que ella, siguió la carrera de geología. Pero la geología no fue su primera opción. Inicialmente, a fines de los años sesenta, rompiendo los cánones de la época, estudió química en la Universidad Católica, la que finalmente deja por el fallecimiento de su primer hijo, Francisco Antonio. Cuando sus primeros hijos estuvieron más grandes, y nuevamente rompiendo esquemas sociales, vuelve, a fines de los setenta, a estudiar ingeniería química, esta vez en la Universidad de Chile. Poco tiempo después, influenciada por un compañero quien le comenta sobre la carrera de geología, ingresa a ella. En el Departamento de Geología conoce a su compañero de vida, Claudio Cornejo, con quien terminaría casándose un 17 de mayo de 1982. Con Claudio fueron compañeros de carrera y nunca más se separaron, salvo por los trabajos en terreno, inherentes de la profesión. Aquí, Laura destaca como una alumna brillante, con calificaciones sobresalientes. De hecho, según recuerda Claudio, el profesor Giovanni Cecioni un día llamó a casa de la mamá de Laura, pues quería felicitarla por su rendimiento en un examen. Al final de sus estudios de geología nace Claudita, el concho.
En el ámbito laboral, se integró a la Sección de Microscopía del Centro de Investigación Minera y Metalúrgica (CIMM), donde realiza estudios calcográficos y petrográficos hasta 1988. Posteriormente, retorna al Departamento de Geología, donde actualiza sus conocimientos debido a los cambios de paradigmas en la génesis de yacimientos metalíferos e incorporación de la teoría de la tectónica de placas en la geodinámica de la Tierra. En esta etapa no solo destaca por sacarle 20 años a sus compañeros, sino por ser una excelente estudiante y muy responsable. La calidad y el contenido de sus apuntes de clases permitían al resto contar con muy buen material de estudio para preparar las pruebas. En conjunto con sus asignaturas, y dada su experiencia en calcografía y petrografía, hace clases auxiliares. Entre 1992-1995 realiza su memoria de título denominada Modalidad de dispersión y caracterización de los granos detríticos de oro de la Zona de Quebrada Las Palmas, Cordillera de la Costa, Región de Coquimbo, Chile en conjunto con el Instituto Francés de Investigación Científica para el Desarrollo en Cooperación (ORSTOM, actualmente IRD). En 1996 obtiene su título, y la metodología desarrollada durante su proyecto de memoria siguió investigándose en Chile.
Ese mismo año se integra, por primera vez, a Sernageomin como petrógrafa a honorarios en el Laboratorio de Petrografía a cargo de la geóloga Lucía Cuitiño, trabajando para múltiples proyectos de Geología Regional. En 1998 dicta clases de geología general, geografía y geomorfología en la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM) para las carreras de Técnicos e Ingenieros en Geomensura.
El año 2001 regresa a Sernageomin como petrógrafa y colabora en distintos proyectos de Geología Regional.
En el año 2005 adquirió un microscopio petrográfico que le permitió, desde su casa, realizar servicios de estudios microscópicos calcográficos y petrográficos, a lo largo de 5 años, a Enrique Tidy y Compañía Limitada e INGEROC.
Hacia los inicios del Plan Nacional de Geología (PNG) de Sernageomin, en el año 2011, Manuel Suárez, en aquel entonces jefe del programa, la conminó a hacerse cargo del Laboratorio de Petrografía, en ese tiempo absolutamente descuidado, pero esta vez en modalidad a contrata (la tercera es la vencida).
Aquí, Laura Varas dedicó 12 años a encabezar este laboratorio donde, exhibiendo una pasión y paciencia solo propia de una maestra, apoyó con el mismo entusiasmo y dedicación a experimentados geólogos que buscaban soluciones a problemas traídos desde el cerro (se sabía de memoria el “…Laura, necesitamos saber si es lava o toba”), así como también a jóvenes estudiantes en práctica que aprendían a diferenciar cuarzo y plagioclasa. Fueron quizás estos últimos los más afortunados, ya que, de acuerdo con sus propios testimonios, pasaron desde el aprendizaje de la microscopía dura y encasillada en las escuelas de geología, a verdaderas lecciones de vida, metaforizadas a través del estudio de secciones delgadas, acompañadas del infaltable y característico cocaví.
El microscopio, con su platina perfectamente calibrada y sus objetivos debidamente centrados, eran música para sus oídos. En aquel escenario, dedicaba jornadas completas a la exploración de una lámina delgada, apoyada con sus libros, siempre rotulados y marcados para una rápida consulta acerca del ángulo de extinción de los cristales de piroxeno (con cuyo nombre bautizó a una de sus mascotas), o los colores de interferencia de minerales raros que solo ella lograba rastrear. La contribución profesional de Laura Varas en Sernageomin fue significativa.
Participó como apoyo técnico en la petrografía de, al menos, 18 cartas de geología básica a escala 1.100.000 publicadas durante una década de existencia del PNG, sin considerar todo los producido en sus dos periodos anteriores en esta institución (1996-1998 y 2001-2004). También, aparece como apoyo técnico en la petrografía de 3 cartas geológicas 1:100.000 publicadas el año 2006.
A pesar de su enorme sabiduría forjada a través de décadas de observación y estudio petrográfico, Laura no dudaba en hacer hincapié en que, al momento de realizar una descripción, el geólogo de terreno tenía la última palabra y, de ser necesario, era la primera persona en solicitar auxilio en momentos de apremio. Es así como nació una de sus célebres frases con las que aún, y probablemente siempre, será recordada en aquella Sala de Petrografía: “entre todos sabemos todo”, que hacía alusión al espíritu de humildad y compañerismo que impregnó en todos quienes compartimos con ella, tanto al alero de una lámina delgada como en los pasillos del viejo edificio de Avenida Santa María 0104. Días antes de Navidad llegaba con regalos para las hijas e hijos de sus colegas de Geología Regional. No olvidaba entregarte un regalo el día de tu cumpleaños, pero no era uno cualquiera: siempre con un sentido y significado.
Una de las historias que evidencia la calidad humana de Laurita es que con solo 17 años (inicios de los años sesenta) fue apoderada de su hermano Renato en el colegio, en ese entonces de 9 años. Algo absolutamente inusual para la época, especialmente porque Renato estudiaba en el Instituto Nacional, uno de los colegios más antiguos y emblemáticos del país pero tremendamente conservador. Por tanto, para Renato fue una “mamá”, al igual que para muchos y muchas que la conocimos: vivió a diario con su paciencia para enseñar y formar durante toda la infancia y juventud.
No es posible terminar este homenaje sin destacar que su personalidad y calidad humana y profesional, le permitió generar y mantener una nutrida relación con colegas, profesionales y técnicos en los distintos lugares donde le correspondió desenvolverse, lo que le valió una amplia red de amigos y amigas a lo largo de su vida.
Laurita, se te extraña mucho, en particular, las y los sernageomines.
Santiago, enero de 2024
Link al artículo:
http://www.andeangeology.cl/index.php/revista1/article/view/3721/html