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Un mar allá arriba en la cordillera

Imagínate caminando por los cerros del desierto de Chile, con el sol en tu piel y el viento levantando pequeñas nubes de polvo. De repente, algo llama tu atención y te acercas a ver qué es: ¡un hermoso fósil con concha espiralada, un amonites! Te emocionas. No es raro encontrar fósiles en este lugar, a los geólogos y geólogas nos pasa seguido. Pero ¿cómo llegan estos fósiles marinos aquí? Te invitamos a ver el siguiente vídeo.

El norte de nuestro país es mundialmente conocido por poseer los ecosistemas más áridos del mundo, pero no siempre fue así. Durante el Jurásico, hace 201 a 145 millones de años, gran parte de lo que hoy es desierto, pampa y cordillera fue el fondo de un extenso mar. En aquel entonces, la cordillera de los Andes no existía, pero desde el fondo marino emergía una cadena de volcanes en la actual cordillera de la Costa. Estos volcanes tenían el mar abierto hacia el occidente y un mar menos profundo al oriente, cuyas costas llegaban a lo que hoy es territorio argentino.

Este mar,  somero y  de aguas cálidas, fue el hábitat de una biodiversidad increíble. Reptiles como los metriorrínquidos, emparentados con los cocodrilos; ictiosaurios y plesiosaurios, fueron los principales depredadores de estas aguas. Y grandes poblaciones de peces picnodontes e invertebrados como amonites (el cefalópodo que encontraste), bivalvos y corales habitaron estos mares.

Pero, aproximadamente hace unos 130 millones de años, durante el Cretácico Inferior, se inició la separación de Gondwana y la apertura del océano Atlántico. ¿Qué significa esto? Pues que se generó la separación de las placas tectónicas de América y África. Este proceso gradual intensificó la subducción de las placas en el borde oeste de Gondwana (lo que es hoy Chile), deformando y engrosando la corteza continental. Esto provocó el retroceso del mar, el posterior alzamiento del fondo marino y dio origen a una nueva cordillera ubicada más hacia el este, más cerca de los Andes actuales.

El alzamiento y una posterior erosión de las rocas, llevaron los fósiles marinos a la superficie del desierto, donde muchas veces, debido a la sequedad del clima, se encuentran muy bien conservados. Es por esta razón que hoy podemos encontrar rocas y fósiles marinos en la pampa y en lo alto de la cordillera del norte de Chile.

Afloramiento de calizas y areniscas calcáreas de la Sierra de Moreno, precordillera de la Región de Antofagasta. Estas rocas fueron depositadas en el fondo de este mar del período Jurásico y procesos tectónicos posteriores las plegaron y alzaron (Fotografía: Edwin González).

Y aquí va un dato relevante: los fósiles encontrados en Chile son patrimonio natural. Por lo tanto, es importante que no los remuevas ni los dañes, debes comunicar tu descubrimiento al Gobierno Provincial o en su defecto al Consejo de Monumentos Nacionales (CMN). Al preservar los fósiles, estamos protegiendo un valioso patrimonio natural y contribuyendo a la comprensión de nuestro pasado geológico y biológico. Así que ya lo sabes, si algún día te encuentras con un fósil en el desierto de Chile, aprécialo y déjalo donde está, es parte de nuestra historia natural. 

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